Crish-Crack [privado]

por **Kururi Orihara** Jue Dic 06, 2012 7:00 am

Me situaba a escasos metros de mi casa dos, tres quizas... Mi casa ardia en llamas frente a mi, convirtiendose en poco tiempo en tan solo cenizas que desachar, las vigas y el esqueleto de lo que antes habia sido una de las residencias mas grandes de Amegakure se combertia en cenizas, llamas que brillaban en mis ojos marrones haciendolos brillar aun mas de lo habitual.
La sensacion que tenia era demasiado extraña, sentia demasiada ambiguedad. Un vacio en mi interior, aquella casa era lo poco que me quedaba de mis hermanos, y sobre todo de Izaya... sentia que la respiracion era demasiado condensada y que el aire pese al calor era helido como el tiempo alrededor, todo estaba lleno de nieve pero las llamas ardian igual evaporando la nieve que habia alredor, el vapor que de ellas salia se podia palpar en el aire.
Cualquiera que lo viese pensaria que habia sido un accidente, pero las leves quemaduras en mi mano izquierda enmarcaban al verdadero culpable. Estaba arte de ver su reflejo en todas partes, el me habia abandonado sabiendo que yo sin el no iba a poder estar bien. Recordaba su respiracion sobre mi pelo, su gesto al sonrreirme, su cuerpo derrotado en el sofa. Al entrar al baño... verlo con sus heridas, curarlo. Era demasiado para mirar. Por mas que aquello era solo parte de aquello, sabia que habia recuerdos que permanecerian en mi misma. Y que si volvia a ver aquellos escombros las ideas, recuerdos y todo volverian como una bomba explosiva en mi cabeza y mi corazon, bombardeandolos sin piedad trayendo todo aquel dolor otra vez... dolor que sin darme cuenta justo en aquel momento con su solo pensamiento habia tomado el control.
Cai al suelo sin poder evitarlo, mis rodillas desnudas se clavaron en este desgarrandose, la sangre se sentia manchar, pero el dolor era demasiado grande para que yo lo notara. -Izaya...- Me deje caer hacia delante golpeando el suelo mientras que las lagrimas hacian el resto, el suelo se comenzo a manchar, mis mejillas naranjaceas las dejaban resbalar sin intentar pararlas dejando el camino al dolor. Mis uñas se clabvaban en la gravilla y los sollozos pese a lo que hubiese sido normal solo eran audibles si te fijabas bien. Sonaban casi como pequeños gimoteos mientras las lagrimas lo cubrian todo, mi ropa, el suelo y todo lo que me habia decidido quedar. Una foto en la que solo saliamos yo y el.
Ahora manchada de lagrimas y quemada por una esquina.
Mi corazon parecia no tener fuerzas ni para respirar, las cenizas comenzaban a interrumpir mi respiracion, y a hacer la visibilidad demasiado reducida, la luz de las llamas brillaba impasible creando tonos naranjas en el cielo negro de la noche. Estelas hermosas entre el siniestro dolor que todo aquello mostraba. Una perfecta combinacion para todo. Pese a todo sabia que si no marchaba pronto de alli moriria axfisiada por las cenizas, se aderirian a mis pulmunes impidiendome respirar.
Pero... hasta que punto podia llegar aquello a ser malo, izaya me habia abandonado, estaba sola... era la gran promesa de Amegakure, pero, que mas me daba a mi la aldea en aquel momento si no tenia fuerzas ni para moverme... morir no era una idea tan mala. -No..., no lo es...- Sonrrei derramando una pequeña lagrima mientras la falta de oxigeno hacia que mi vision se enturbiase y yo terminara de perder las fuerzas cayedo hacia un lado semi incosciente. Mi unica preocupacion era salvar la foto, y la intentaba coger con mucha dificultad logrando sostenarla solo con la punta de mis dedos indice y corazon.
Mi falda blanca de tablas, estaba manchada de sangre, cenizas y desordenada a principios de mi muslo. La sudadera manchada tambien dejaba entrar el frio demasiado. frio, mas frio del que yo sentia era dificil de explicar. Dificil imaginar. Entre abri mis ojos aferrando con la poca fuerza que me quedaba la foto en mi mano, decidia a que este seguramente seria...

Hello, hello anybody out there?

Parecia sonar en mi cabeza como una musica aterradora que acompañaba mi soledad, una musica tematica sobre lo que vivia, un recuerdo de algo que una vez escuche, de una esperanza, pero era solamente una ilusion, nadie iba llegar, nadie ba a salvarme ¿Quien iba a poder hacerlo? Siquiera nadie sabia el porque... Quien iba imaginar que alguien como yo, que siempre hacia sus misiones, ganaba y demas sufria tanto por dentro, quien iba a ser capaz de imaginar este dolor tan enorme. Nadie. Y sola ¿Donde estaban los demas? esas persona que me importaban.
Un rayo de pensamientos cruzaron mi mente con carabanos que se unian a los golpes en el corazon, haciendo que todo quedara aparte de herido congelado. Mama, papa ellos nunca me habian importado realmenete, me habian echo daño, menos preciado, solo creian tras poder ver. Miruri, ella era estupida siempre intento llamar la atencion de izaya sin siquiera lograr, siempre tubo aquel afan, no la soportaba. Todo lo tomaba con demasiada estupidez. Sensei, mi sense... ¿Yo habia tenido aquello? Parecia mentira.. apenas recordaba el colegio, tampoco me importaba no hacerlo. Hermanos solo 1... y recordarlo me iba a herir mas. Shizuo, si el, casi nunca lo conoci, solo sabia que cada vez que se encontraba co iza...ya... el... izaya, apartir de hay... ¿Para que estaba contando? Buscaba recuerdos, esperanza en algo que sabia que no habia. Nadie excepto mi hermano habia tocado mi corazon. Nunca era suficiente. Yo solo me fijaba en personas especiales, el y yo... eramos las unicas que mereciamos la pena, el resto eran idiotas... quiza en algun lugar. Alla alguien que me comprenda. -Ojala tengas mas suerte que yo...- Susurre sin poder evitar toser violentamente escupiendo bastante sangre sobre el suelo.
Las lagrimas ahora ya tambien eran de dolor fisico ¿Te has estado ahogando alguna vez? Podia sentirlo, todo, como las cenizas se aderian a mis pulmones, los taponaban, como al respirar echaba mas de las que parecian haber en el aire, que cada vez eran mas, como mi garganta se entaponaba, algo parecido al cemento se formaba, haciendo que mi saliva me taponara la garganta.
Era oficial, no me quedaba mucho, moriria y de forma horrorsa, quizas lo merecia, esto era mi culpa, la venganza por dejarme morir, la venganza de algun ser extraordinario quiza. No. Eran las consecuencias de mis propios actos, iba a morir sufriendo demasiado por que yo habia decidido rendirme. Rendirme, ante el dolor. Rendirme... Izaya no hubiera querido eso, si ahora mismo me viera el... me llamaria de too por quedarme alli.
Yo misma me odiaba en aquel momento, ahora era consciente, pero no me arrepentia, era su culpa, el habia decido irse sin mas, tambien era mia. Estaba confusa. Pero esta era... una importante decision que ya habia tomado. ME dolia demasiado, y si seguia viviendo, me seguiria matando por dentro mas lentamente aun y dolorosa que esto.
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https://www.youtube.com/watch?v=14MuACIoq3g

por **Sylver** Jue Dic 06, 2012 9:07 am

Tic, tac, tic, tac...
Parecía sonar. Parecía resonar por cada movimiento filoso que llenaba de sangre espesa, rojiza. Carmesí cada rincón de aquél lugar. Cada mancha de sangre era una historia, una anécdota. Y todas juntas, una familia. Una familia que se estaba separando, a través de gemidos de dolor, poco a poco, hasta que su respiración cesase. Los latidos de sus corazones se detuvieran por y para siempre, dejando atrás historias, amores, cariño...compasión, amabilidad y sinceridad.

Todo se juntaba y se traducía con una palabra, finalmente: Desesperación.
Sylver mostró una sonrísa, manchada de rojo carmesí. Su cuerpo, lleno de sangre, de un rojo que, aunque se lavase y desapareciese de su ropa...Pero jamás se limpiaría su impuro corazón. Nunca podría dejar atrás el pasado y mucho menos redimir sus actos. Hiciese lo que hiciese, pasase lo que pasase. Se quedaría ahí, en su corazón. Moviéndose, recordándolo a cada segundo que transcurriese.

Dejó escapar un suspiro algo entrecortado, con extrema vagueza, caminando entre los cadáveres y miembros amputados hasta llegar a un marco con una foto. De familia. Todos juntos, en harmonía, sin temer a nada. Un núcleo organizativo y unido, como el que nunca tuvo ni tendrá Sylver. A su corta edad, ya había asesinado a demasiada gente. Había experimentado el dolor ajeno e interno, de cualquier manera...Ahora éso era lo de menos. Acarició levemente, con la yema de sus dedos, cada miembro de la familia, del núcleo, como diría él. - Espera... se detuvo, bastante extrañado, dando unos pasos ligero hacia atrás. - Falta alguien...esa chica. - señaló de forma despotricadora. Los ojos de Sylver cambiaron de color; a uno oscuro, teñido de una total oscuridad y odio. - Maldita sea...no puede estar pasando. He fallado. - se dijo a sí mismo, de forma incriminante.

Sin embargo, al joven peligrís, totalmente impasible, salió del recinto por la parte trasera, alejándose unos metros y observando la "hazaña". Continuó pensativo y dejó caer su vista hacia su torso levemente descubierto. Tenía una cicatriz, una marca. Esa sería el precio a diagnosticar cuando el tiempo pasara. Una herida creada por la sangre de otros, y el orgullo masacrada de un pequeño clan.
El hombre quién le hizo aquella marca... - Ese maldito cabinegrizo... apretó sus puños con fuerza, casi brusquedad. Unas pequeñas gotas se deslizaron a través de sus muñecas, terminando en el suelo. Donde chocaron, dividiéndose en partículas y acabando manchando la gravilla que cubría la zona.

Sacó una cerilla, junto a un cigarro, medio destruido. -"Aún tiene vida", jajaja...- su risa se convirtió en poco tiempo a carcajadas. Carcajadas, mezcladas con dos lágrimas cristalinas que al poco tiempo de descender por sus mejillas, se tiñeron de carmesí.
Empuñó con sus dientes el cigarro, prendiendo éste seguidamente con la cerilla. El cigarro "cobró" vida, una chispa translúcida y después, fuego. Miró detenidamente el recinto destruido. Faltaba quemar los hechos, arder sus propios deseos e historia con un fuego que ni el mismísimo Satan pudiese controlar...

Un viento gélido cubrió a Sylver, dejando entrever un humo salir de la punta del cigarro. Empujó con su lengua, impulsando al cigarro hacia todos los recuerdos y personas muertas que habitaban en esa casa. Miró de reojo, suspirando: era un Anbu, atónito por lo que había pasado. En el rabillo del ojo de Sylver se podía ver como el cigarro se iba, poco a poco, dirigiéndose hacía la casa. Como si de una escena se tratase, el cigarro prendió de llamas las vigas de maderas, al menos, las poca que poseía la casa, a la vez que un chorro de sangre se puso a salir del cuello de aquél Anbu tembloroso. A través de la artería carótida. El chorro de sangre se iluminó por las flamas ya creadas, las cuales iban creciendo y propagándose por la casa.

Sylver se agachó, seguidamente incorporándose y admirando las llamas, todo carbonizado. Las llamas iban a perdurar...por siempre. Al menos, en su corazón. Después de un rato quedándose maravillado por la simpleza pero a la vez, el sentimiento que transmitían las llamas, quitó la ropa del Anbu. Se quitó la suya propia, limpiándose cada rastro de sangre que guardaba en su piel y tirándola, en forma de leña, al igual que el cuerpo del chico, a las pequeñas llamas del principio. Se colocó el traje de Anbu, con una ropa larga y ancha, cubriendo parcial y totalmente cada parte de su cuerpo.

El chico, ya limpio, por así decirlo, se preparaba para partir hacía su próximo objetivo. Pero algo le detuvo, le paró en seco, tal como agua al fuego. Era un leve llanto, un leve llanto que desprendía todos los sentimientos negativos a la vez; una tristeza que ni la más sincera sonrísa podía llenar ni salvar. Suspiró. No sabía que hacer exactamente: si quedarse ahí, deprimentemente o bien irse para no soportar más dolor. Quizá la posibilidad más remota incluso, la de ir a ver qué pasaba. La de aliviar ese dolor tan agudo, tan profundo. Seguramente era la chica sobrante de la masacre, aquella chica tan vistosa, tan alegre. Ahora llena de rencor, de odio, de impotencia, de dolor.

De un salto, se clavó en el tejado ya carbonizado, exceptuando pequeñas vigas donde se sostenía el muchacho. En efecto... - Es ella. - murmuró, casi culpablemente para su misma alma. La figura de Sylver era amorfa, con tantas llamas rodeándole e incluso, su sombra se extendía. Era como un ángel. Debido a las llamas y a su figura, parecía tener alas. Alas manchadas de oscuridad, de odio. Su sonrísa, apenas perceptible, era de nerviosismo a la par que maligna, con un tono tembloroso. Sus ojos, se aclararon, al igual que su tranquilidad salió a la luz.
Su cuerpo se precipitó a la caída, deteniédose delante de aquella chica. Estaba totalmente destrozada...pero Sylver se mantuvo frío, como un muro infranqueable. No dijo nada, no hizo nada fuera de lo común. Arqueó su espalda hacia adelante, tapando toda la casa, o al menos, lo que ella podía ver. La agarró, apretándola contra su cuerpo decisivamente. - Vámonos de aquí...- musitó con delicadeza y sinceridad.

A pesar de todo, a veces, el silencio...
Es la mejor forma de expresar lo que sientes.

por **Kururi Orihara** Jue Dic 06, 2012 9:53 am

Algo me levanto del suelo, no sentia mi cuerpo casi en absoluto, podia notra como me despegaba del suelo y mi cuerpo caia cual peso mueto, concentrando mis fuerzas en sostener aquella foto. Entre abri mis ojos para mirar a quien venia a por mi ¿Quien podia a un ser como yo querer salvar? Nadie entendia lo que sentia ahi. A quien podia importar que mi corazon quedase alli muriendo junto a mi cuerpo, martirizado para siempre. No. Porfavor queria quedarme alli. Sueltame.

Con las puntas de mis temblorosos dedos y gastando demasiado aire para mi, movi mi mano hasta acariciar su mejilla y obligar a su rostro a mirar hacia mi, sin poder aguantar. Y dejandola caer luego sobre mi pecho sin posibilidad de reintentar.

Mi tacto era gelido y mis manos temblaban con brusquedad, hasta caer y que todo regresara a una adsoluta serenidad. Intente mover mis labios para proferir unas palabras, pero al moverlo lo unico que salio fue una gran cantidad de huo y polvo que el poco aire que me quedaba arrastraba. Me era imposible hablar. Y mi unica reaccion fue volver a llorar. Las lagrimas caminaban decepcionadas impotentes deseando gritar por mi, unas palabras que no le gustaria oir a nadie. Nadie quiere ver morir a alguien por un suicidio asi...

Completando mi desgracia mis ojos parecian velados, no lograba distinguir su forma con exactituc. Solo una sombra enegrecida rodeada de rojos, nada que pudiese describir, cual persona o animal. Solo alguien hay. Por su tacto podia notar, el debia rondar mi edad, estaban maltratadas. Podia atisbar algo, no mucho mas. Desde fuera habian tomado un marron blanquecino, mi ceguera parcial era notoria a simple vista, mi ahogo y mi carencia de fuerzas.

No era justo, por que no me habia dejado alli. Ahora el me habia salvado la vida, y pese a deber agradecerselo, lo unico que se me ocurria era tener un sentimiento ambiguo por el. Los recuerdos de izaya aun masacraban mi interior, pero su vosz habia logrado resonar en mi interior, haciendome distraer mi atencion a algo mas vanal. No podia creerlo del todo... alguien habia venido por mi.

Su voz adulce habia sonado como una explosion alejando a la muerte. Era extraño. Dar las gracias o golpearlo, si pudiese hacer algo no sabria el que. Gracias a dios seguramente no tendria que tomar esa decision moriria, por la falta de oxigeno. El dolor de Izaya acabaria igual.

Lo unico que me llegaria pesar, es que el chico ahora tubiera mi muerte en su recuerdo, que se culpara por no llegar antes hai, lo sentiria por el. Pero nadie le mando entrar. Fue estupido al hacerlo asi, incluso pudo morir. Que estupido motivo lleva a un humano a actuar asi. Puede que justo en este final, hubiese encontrado a alguien especial. Ironico final.

Se me estaba escapando de la manos el resultado de este atentado, me preunto que pasaria... si el hubiese visto esto ¿Regresaria? ¿Me odiaria por quemarlos a todos...? LO siento izaya es demasiado dolor.

This pain is just to real

por **Sylver** Jue Dic 06, 2012 10:53 am

Sylver no sabía como reaccionar ante todo lo que tenía delante suya. Era un muro imaginario, que le atosigaba, le presionaba, por dentro. A pesar de no oír a la chica, de a pesar de todo, seguir con ese silencio tan sepulcral, podía saber lo que sentían. Mil demonios le susurraban al oído lo que ella sentía, todo lo que había podido perder.

Era un continúo suicidio y locura. Voces que estremecían el cuerpo del joven, sentimientos que hacían doler su corazón y recuerdos que le arrancaban su propia esencia. Sus brazos firmes apretaron mas a la chica; tenía miedo de bajar la mirada y siquiera, observarla durante unos segundos. Tuvo que aguantar lo insufrible anteriormente para no dejarse caer y perder ante la adversidad de ver a alguien a un punto tal...extremo.
Sylver no se pudo contener y finalmente cedió un poco a la misericordia. El cuerpo de éste comenzó a temblar cruelmente, como si ése mismo quisiese destrozar a Sylver por los hechos ejecutados -nunca mejor dicho- entre las sangre ajena.
Calmar tanta ira, tanto rencor. Salvarla de ese pozo sin fondo en el cual empezaba a caer. Sí...Sylver sabía como era esa sensación, esos sentimientos, que no te dejarían vivir por el resto de tú angoniosa vida, llena de pecados y lujurias insatisfechas.

El muchacho de pelo gris auto-negó con su cabeza, volviendo a la cruda realidad. Suspiró, tomando valor con ése mismo suspiro. Sin embargo, cuando iba a articular, mínimamente una palabra, una mano le rozó la mejilla, hasta acariciarla por completo. Obligándole también a mirarla, detenidamente. Ella se rompió a llorar sin ceso alguno mientras que los ojos de Sylver se abrieron como platos, como un niño pequeño mirando su juguete preferido. Aquella tristeza no era humana, le hacía sentir cosas tan...extrañas para Sylver.
Sus ojos, una vez confrentados, aunque fuese indirectamente, en ella, no tenían cavidad. No podía dejar de mirarla, no podía dejarla estar así. Sentía como, poco a poco, las lágrimas de ella se deslizaban sobre él y se rompían justo ahí, como si de una burbuja se tratase. Agachó de forma un tanto irónica y automática su cabeza, reflexivo a la vez que sus pasos se convirtieron en zancadas grandes pero suaves, logrando una mayor velocidad.

Divisó una foto, distinta a la que él vio dentro de la casa. Se extrañó por un pequeño detalle, pero ni siquiera su mente estaba para pensar o trazar pensamientos lógicos ni mucho menos.
Finalmente, llegaron a una especie de hostal pequeño, refugiado entre agua y un pequeño riachuelo. En él, concretamente, en el centro, una pequeña balanza, por llamarlo de alguna manera. Cada ciertos segundos, con el agua suficiente, caía por el otro extremo, resonando un sonido bastante acogedor que a la vez perturbador en todo el ambiente. Siguió mirando a la chica, bajando lo necesario su cabeza hasta la mejilla y depositándola un beso suave y dulce, calmándola mientras que la mecía de lado a lado, con ternura y de forma tranquilizadora. - Tranquila...te pondrás bien. Deshaógate, hasta quedarte sin lágrimas y entonces, podrás recuperarte. Sé que es algo horrible....sin embargo...- el joven no pudo proseguir, se podía notar como tragó saliva justo en ese momento.

Se adelantó, abriendo la puerta del hostal. No había nadie; estaba desierto, como el corazón de ambos jóvenes ahora mismo. Miró de reojo a todos los ángulos, asegurándose de que no había nadie...y, que tampoco les habían seguido. Encontró las escaleras y se apresuró a subirlas rápidamente, llegando a una habitación pequeña...parecía ideal para una "parejita". Rió leve, imaginándose cosas "prohibidas" por unos momentos. Volvió en si y la recostó en la única cama que había, parecido a un futón normal y corriente, pero más elevado y grande, para dos personas.
Estiró su cuerpo. - Estás herida desde el instante que te vi. Pero preferí traerte a un lugar alejado. No te haría nada bien estar ahí... - musitó con voz suave, agachándose hasta quedar a la altura de la chica, apoyándose con sus rodillas en el suelo. - Tienes demasiado polvo de carbón dentro de ti. Demasiada ceniza acumulada. Es más, casi parece que vas a combustionar...la forma más fácil y rápida. Además de segura y viable...es... - sin más dilación, juntó sus labios con los de ella, ejerciendo una especie de subcción para tragar él mismo toda la ceniza y polvo acumulado, también como compuestos químicos peligrosos por la combustión de la casa, tales como Hg a altas temperaturas. Se apartó, evaporizando con chakra y juntando todo en una sola sustancia, expulsándola seguidamente. De forma casi instantánea, colocó tácticamente sus manos en el pecho de ella, sin apretar ni dar muchos rodeos. El busto de ella era demasiado grande, demasiado...especial. Perfecto, no se podía decir nada más. Y no quería incomodarla.

Un chakra verde claro empezó a emergir de sus manos, comenzado a curar el sistema respiratorio de la muchacha poco a poco, abriendo los pulmones. - Por cierto, da gracias que soy médico y te recogí; otro chico hubiese abusado de ti. Tómatelo como halago...tienes un cuerpo bastante exepcional. - mantuvo su voz clara y decisiva, rompiendo el hielo o al menos, intentándolo.

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